Silencio (Crecer IV)

En esta ocasión os vamos a presentar el “Silencio”, un recurso aparentemente cercano y accesible siempre que deseemos, pero olvidado habitualmente. De hecho, es un espacio donde muchas personas se sienten desconcertadas, incómodas, inquietas…

El primer apunte nos lleva hasta Sri Aurobindo, ya que la primera etapa del Yoga de dicho Maestro es el Silencio Mental. Es evidente y fácil de detectar que para alcanzar un espacio nuevo o diferente tenemos primero que abandonar el habitual, es como querer llenar un vaso ya lleno con líquido distinto al que ya tenemos. En estos casos la determinación y la intención son elementos imprescindibles. Se dice que si el poder de pensar es un don maravilloso, mucho mayor es el poder de no “pensar”. Dejar a un lado todo lo que pensamos que somos, ese complejo mundo de hábitos mentales establecidos en los deseos, los ideales y la cultura correspondiente se presenta complejo y arduo. Uno de los recursos más extendidos hoy en día para el encuentro con uno mismo, con el Silencio y la Respiración Consciente, aunque no siempre bien dirigido a la búsqueda de la Transcendencia, es el Yoga.

Jorge Jivan (Terapeuta natural y profesor de Yoga, Meditación y Mindfulness)

Jorge Jivan (Terapeuta natural y profesor de Yoga, Meditación y Mindfulness)

El Yoga, si se Practica de manera Consciente, olvidando y dejando la lucha con uno mismo a través de las diferentes posturas (asanas), la lucha con el entorno exterior a través de la integración interior y actuando con sutileza en esa Unión entre cuerpo y mente puede convertirse en la puerta de entrada hacia ese nuevo espacio. Un proceso de transición fluido, asentado en la Presencia de nuestra propia Respiración y las Sensaciones Corporales. Esta preparación nos comienza a revelar unas cualidades olvidadas: calma, fluidez, sosiego, presencia, atención, equilibrio, ligereza, estabilidad, energía… En definitiva potencialidades latentes e impulso de fuerzas invisibles.

Entonces quizá pensemos en pasar a sentarnos, cerrar los ojos y entregarnos a la tan de moda Meditación. Pero quizá, la calma se convierta en un torrente imparable de pensamientos, un contacto directo con todo lo que tengo por hacer, con llamadas sin realizar, con viajes a recuerdos pasados o con proyecciones hacia un futuro acogedor (o no tanto). Por supuesto existen técnicas y métodos que pueden ayudar ante todo ese tumulto, pero es importante decir que el mejor recurso es simplemente Practicar. En este momento la Intención del comienzo, así como la Determinación, tienen que permanecer indemnes a la vez que arropadas por la Paciencia y la Constancia. Algunos deslices que pueden acabar con este comienzo hacia el “Silencio” son luchar mentalmente contra la propia mente, es decir, creer que ese río de pensamientos es uno mismo. Los pensamientos son “energía”, simplemente eso, pensamientos y no una realidad manifiesta. Es conveniente ser Consciente y Descubrir que no eres ese monólogo que oyes dentro de tu cabeza, en tal caso, más bien eres el observador de todos esos acontecimientos. La Meditación no es la solución a ningún problema, pero nos proporciona el espacio adecuado donde dar amplitud y perspectiva a todo lo que sucede. La Meditación se puede Practicar en soledad, pero no en el aislamiento, es un recurso integrador y no excluyente.

Con la Práctica continuada además de alcanzar estabilidad en el “Silencio” extendemos la Consciencia. Pero el reto consiste en alcanzar “Silencio” en momentos cotidianos, más allá de la Práctica en Soledad en el espacio privado. Para experimentar todo esto es recomendable realizar Retiros donde se tengan días de silencio, donde poder ir gradualmente incrementando ese tiempo de observación en Silencio durante rutinas cotidianas: desayuno, comida, cena y demás actividades compartidas con el resto de los participantes. Este tipo de experiencias puede ser para algunas personas abrumador e intenso, la mente se “dispara”, puede que descubramos que vivimos sumergidos en un mar de pensamientos incesantes e innecesarios así como agotadores. Pero es importante indicar que a la vez descubrimos que los pequeños detalles pueden transformarse en “victorias” hacia el “despertar”.

Por lo tanto, una vez alcanzada la estabilidad en la “Práctica del Silencio” podríamos pensar que ya está todo hecho, pero empezamos a detectar un mundo externo verdaderamente hostil: entorno excesivamente ruidoso, relaciones tensas, información desmesurada y negativa, obligaciones incoherentes o carentes de implicación, conversaciones sin sentido, violencia verbal y gesticular… Todo esto en realidad es positivo, complejo de integrar en nuestro día a día en los primeros periodos, pero es el indicativo de que estamos conectando con una sensibilidad más sutil. La Práctica Meditativa acumulada nos va vaciando, nos aliviana y ayuda en el desaprender de lo establecido. Con la Paciencia y la Observación se van generando Equilibrio y Armonía entre el mundo externo y el interno, vemos con mayor claridad y tomamos decisiones más conscientes y, por lo tanto, adecuadas a nuestro Ser.

Como dice Sri Aurobindo: “La fe es una intuición que no sólo espera la Experiencia para verse justificada, sino que conduce a la Experiencia misma”.

Finalmente, sentirás tu Presencia en cada instante y no solamente en el “Silencio” de la Práctica, no será imprescindible cerrar los ojos porque siempre estás Despierto.

Jorge García Cárdaba (JIVAN)

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